En estos momentos, se calcula que giran alrededor de la Tierra 7.200 toneladas de basura espacial, una cantidad que se espera que aumente para el 2030. Esto se debe a que la carrera espacial continúa en desarrollo.
Desde satélites inservibles, hasta partes de cohetes, son algunos desechos que componen la basura espacial. Más de 750.000 piezas de chatarra, todas mayores de un centímetro, la cuales pueden causar problemas graves.
Debido a la velocidad con la que circulan estas piezas, incluso las partículas más pequeñas, pueden ser peligrosas para satélites en funcionamiento, estaciones espaciales o cohetes.
También, los expertos del Instituto Estatal Técnico Bauman alertan de que esta red de desechos puede afectar a las comunicaciones de datos de los satélites que miden el cambio climático.
La mayoría de la basura espacial es el resultado de explosiones propias de los satélites y cohetes, y de colisiones con otros objetos entre sí, y en ambos casos supone que se multiplica el número de fragmentos.
En efecto, esto es una problemática mundial. Además, aparte del riesgo para las misiones, la basura espacial, aunque leve, supone un riesgo para la población de la tierra. Esto debido a los desechos que llegan a caer en la superficie terrestre.
La Agencia Espacial Europea, señala que, de media, tienen lugar unos 40 impactos al año en alguna parte del mundo; afortunadamente se desintegran antes de entrar en la atmósfera terrestre.
Ante este panorama descrito, nace la necesidad de que los altos dirigentes de los países toman cartas sobre el asunto y pongan en marcha propuestas para la recolección de la basura espacial.
En esta última década han surgido propuestas internacionales para combatir la basura espacial de forma eficaz, ecológica y económica, en un esfuerzo para frenar esta problemática.
Uno de los proyectos es el uso de cables electrodinámicos. Esta propuesta fue realizada por la Agencia Japonesa de Exploración Espacial. Consiste en un satélite que localice las piezas de basura y las elimine.
El proyecto europeo, el Simulador para amarres electrodinámico, propone diseñar una amarra para acoplar a los satélites. Estas amarras se enrollarían como un carrete y se desplegarían una vez el satélite deje de funcionar. Esto quitará de la órbita de la Tierra los residuos, y hará que se desintegren en la atmosfera.
El uso de láser es otro proyecto en el que participa una universidad española. Consiste en preparar un láser que pudiese dispararse desde la Tierra y acabar con el debris de 1 a 20 cm.
Los Arpones, son otra idea creativa. Consisten en el desarrollo de un instrumento en forma de arpón para la captura de los residuos y poder dirigirlos hacia la atmósfera, donde se desintegrarán.
También está la propuesta del uso de vehículos colectores que recogerían la chatarra y la transportarían hacía la estación base. Y el gel aéreo, que consiste en un material sintético y ligero que se solidifica, atrapando a todo con lo que entra en contacto.
La compañía suiza ClearSpace y la Agencia Espacial Europea liderarán un proyecto que busca la recolección de basura espacial para su eliminación. Partirá en 2025 y tendrá como primer objetivo retirar un trozo de un viejo cohete europeo, Vega.
Esta misión tiene una inversión de 100 millones de euros, de los cuales la ESA invirtió 86 millones. La startup ClearSpace construirá un satélite limpiador de 500 kg, que evaluará en una primera fase la velocidad de Vespa.
Después, deberá capturar su objetivo, rodeándolo con sus cuatro “tentáculos” para desorbitarlo. Vespa se desintegrará finalmente en la atmósfera, así como el satélite limpiador.
El artista holandés Daan Roosegaarde presentó, con el apoyo de la Agencia Espacial Europea y el asesoramiento de la NASA, un Laboratorio de Basura Espacial para buscar la forma de convertir estos desechos en productos sostenibles.
La propuesta se hizo en octubre del 2018. Durante el acto de presentación de este laboratorio se iluminó el cielo con haces de luz LED de alta densidad, para señalar la basura espacial situada a una altitud de entre 200 y 20.000 kilómetros.
Durante la presentación se externó la importancia de la recolección de basura espacial para que esta no detenga el progreso de la exploración espacial. De no limpiar, la
basura espacial puede acabar taponeando las órbitas para lanzar nuevos satélites.
El artista Rosegaarde se ha fijado en las posibilidades de utilizar los desechos espaciales, por ejemplo, para construir casas en 3D en la Luna. Enfatiza que
la innovación empieza con tecnología, diseño e imaginación, y para esto se necesita la aportación de todos.
Para que la recolección de basura espacial sea eficiente, la innovación es la clave. Otros proyectos innovadores para eliminar la basura espacial son, por ejemplo, el satélite Deorbit desarrollado por la ESA.
El satélite Deorbit tiene la función de recoger la basura espacial atrapando con una red o un robot a los satélites inservibles y luego, junto con la masa de desecho espacial, hundirla de forma controlada en la atmósfera para que se desintegre.
Aunque parece una historia de ciencia ficción, la basura espacial es una realidad, por lo que es importante que conozcas
Cómo se produce la basura espacial y quién se encarga de ella. Recuerda que la información es poder y juntos podemos hacer del mundo un mejor lugar para habitar.
